Para gustos...

  • "Si me necesitas, llamame". Raymond Carver
  • "El ojo". Vladimir Nabokov
  • "Tokio blues". Haruki Murakami
  • "La conjura de los necios". John Kennedy Toole
  • "In the mood for love". Wong Kar Wai (pelicula)
  • "La espuma de los días." Boris Vian

Información y contacto

Reuniones: miércoles o los jueves de 14:30 a 15:30 en la Facultad de Biología de la Universidad Complutense de Madrid. Aula 3204-B.



Para contactar manda un correo a carol_14__@hotmail.com , os contestará Carla, que es un poco arisca. No es por meterme con ella, simplemente es una palabra sonora, por tema de publicidad litetaria...


lunes, 31 de mayo de 2010

El festín

Reservé ocho sillas en el famoso bufete “frustración y fracaso”, todas para mí, me iba a dar un atracón con todos los sentimientos que me llevaban molestando desde aquello; la concha de tortuga que me protegía se estaba agrietando por el desgaste del tiempo, que en estos casos como todo el mundo sabe es una factor a tener en cuenta. Mi intención era tragármelos de una sentada todos ellos y reconvertirlos en algo útil porque mi vida se desmoronaba, como un edificio de la época colonial, antaño símbolo del poder varonil en tierras ignotas y ahora una carcasa comida por vegetación putrefacta y lóbrega; me estaba vaciando poco a poco del mundo exterior para ir a vivir a un lamentable estado de conciencia más parecido a un purgatorio autoinfligido que a los sueños que habitualmente moran en las seseras de los hombres, entré con arrojo y recibí dignamente un escupitajo del camarero, no iba a marcharme sin probar el menú, que yo mismo había guisado a fuego lento en una marmita oscura que rezumaba corrupción.
Empecé con un sanguinolento filete sazonado con envidia, que nada más comenzar se me atragantó, tenía unos nervios que no se desharían ni aplicando un taladro, los dientes resbalaban intentando cortarlos y rechinaban al chocar entre ellos, se fue creando una bola que estuvo a punto de hacerme vomitar así que tuve que escupirlo, tenía el regusto amargo de la sangre coagulada en la boca, grumos marrones me resbalaron por las comisuras y acabaron manchando el blanco mantel. Asqueado hasta límites insospechados cogí un vaso y le eché agua procedente de los mismísimos manantiales de “odio”, sabía terriblemente a azufre y hedía peor que el cadáver de un abogado, según me acerqué el vaso a la boca me entraron arcadas y cuando mis labios entraron en contacto con el agua se abrasaron, pues el agua estaba hirviendo, los ponzoñosos vapores hicieron el resto y me puse a toser pensando que se me debían de estar saliendo cuajarones de pulmón y recé por mis pobres alveolos reventados.
Miré hacia los espaguetis y se me ocurrió que nada peor que el filete y el agua podía ser aquello, los espaguetis; había más espaguetis que cualquier otra comida, espaguetis “a los celos”, una mezcla caustica, no me deje engañar por su sabrosa apariencia que tan malas jugadas me había gastado anteriormente, los olisqueé y los probé chupándome el dedo después de haberlo impregnado en la salsa...nada, absolutamente nada, incluso estaban buenos, decidido a poder por fín probar bocado me metí una buena cantidad entre pecho y espalda de unos espaguetis largos y gruesos como lombrices, todo salía a pedir de boca, y cuando me atrevía a vislumbrar que otra sorpresa me habría reservado el chef noté cómo los espaguetis tocaban fondo en mi estomago, entonces empezó. Todo el recorrido entre mis intestinos y el esófago se convulsionó, formando una enredada madeja de nudos, si vomitaba me iba a quedar sin tripas, me caí al suelo resollando por el dolor, los celos son así, te desarman y luego te engullen con la fuerza de un agujero negro, pero desde dentro, además tienen unos cuantos efectos secundarios que no vienen en ningún prospecto sobre el amor: impotencia, frustración, odio, a ti mismo principalmente y otros muchos no menos inolvidables y destructivos; acabé gimoteando y babeándome sin fuerzas siquiera para pedirle a alguien que pusiera fín a mi desgraciada existencia, la garganta desollada por el esfuerzo seguía debatiéndose por que los espaguetis atoraban mis conductos, me estaba ahogando...sólo después de desmayarme, de esto me di cuenta cuando me desperté, pude ver la masa informe y hematocroma que era el resultado de la mezcla de los ahora, jodidos, espaguetis y mis últimos vestigios de una alimentación normal para el resto de mi vida...¿cómo coño llegue a parar aquí? ¿es esto todo resultado de mis malas obras o he estado engañándome demasiado tiempo? Joder...es que..esto no era así, ESTO NO ERA ASÍ, el amor solía ser algo por lo que dar hasta tu último aliento, una estufa permanentemente encendida en tu caja torácica, un seguro de por vida contra el desánimo y la falta de metas y ganas de vivir, ahora me acosa la insustancialidad, la insulsidad, los remordimientos se esconden entre las sombras que proyecta mi cuerpo. El sol no calienta, quema. El frío no alivia, corta. El amor no resucita, mata. Yazco agonizante, vuelvo al polvo, deseando no haber salido nunca de él, no sé quien cojones se creyó con derecho a torturarme con la vida, el desengaño definitivo, no nacemos para sufrir, nacemos para morir, de tristeza y soledad.
06/02/08

La realidad consensuada:

Después de haber visto el documental “what the bleep do we know?” en el que teorizan que los indios sudamericanos no pudieron ver los barcos de los consquistadores ya que no eran capaces de imaginárselos y que solamente los chamanes, hombres sabios de gran poder entrenados mentalmente para percibir anormálmente su entorno y que creen en la existencia de otros mundos entre ellos el espiritual, les hubieran abierto los ojos a tal hecho. Esto es discutible, pero está demostrado que el cerebro no distingue entre ver una manzana real y un recuerdo de manzana, los dos sucesos se sitúan en la misma zona cerebral y provocan las mismas sinapsis, lo que quiere decir que en gran parte cada uno de nosotros ve la misma manzana de manera diferente, filtrada por el recuerdo de manzana que tenemos, todo esto se funde en la manzana que vemos. Si esto lo extrapolamos al mundo tal cual lo conocemos una parte de la realidad es creada por nosotros como receptores de ella tanto como por la realidad “verdadera” que hay detrás de lo que vemos, literalmente digo que podemos forzar la realidad para que encaje con nuestros deseos, si podemos conseguir que el resto la perciban como nosotros, esto es magia, hoy en día los ilusionistas trabajan con esta idea, pero inconscientemente ocurre a nuestro alrededor todos los días…nuestro cerebro interpreta la realidad de la manera más conveniente con la información que posee, y cuando le falta información se la inventa. ¿Cuántas veces por la noche nos ha engañado una solitaria bolsa moviéndose por el viento? Aunque pueda parecer que por la noche una bolsa revoloteando realmente pueda parecer un perro…bueno no suena muy convincente. La memoria no se salva de ninguna manera, los hechos con el tiempo se van difuminando y se olvidan los detalles, si los desconocemos, nos los inventamos, cogemos prestados recuerdos a la memoria, o mejor dicho lo hace ella misma y los coloca en los agujeros; incluso en los casos más extremos teje una historia coherente para explicar sucesos que no tienen explicación, en un estudio en el que se le enseñaba a los sujetos fotos suyas amañadas con cosas que jamás habían llegado a hacer, como viajar en globo, una buena parte de ellos ante la insistencia del entrevistador y la evidencia de la foto empezaron a recordar un maravilloso viaje en globo...

La idea es averiguar de alguna manera, o teorizar al respecto, acerca de la influencia de esa realidad puesta sobre y por nosotros en nuestras mentes, como ejemplo, quizás un poco simple y banal se me ocurrió pensar en la influencia que podrían haber tenido en su época las películas de John Wayne en determinado público, la forma en la que se desarrollaban los acontecimientos, las peleas, los romances etc pudieran haber creado una especie de conocimiento inconsciente, aun sabiendo a ciencia cierta que son películas, una forma de ver las cosas y de esperar que se desarrollen tales cosas. Según mi teoría la gente de aquella época se pelearía instintivamente como lo harían en las películas del oeste, ligarían como James Dean etc, se puede pensar que como son modelos la gente los sigue porque quieren llegar a ser como ellos, al menos en el rebelde caso de James Dean, pero no se hasta que punto se retrata a la sociedad en las películas por ejemplo o es la sociedad la que se adapta a ellas, si crean modelos o reflejan modelos.

Otro de los ejemplos que me impactó fue el verme hace poco la pentalogía del planeta de los simios, la de los años 70 con Charlton Heston, hay una escena en la 3ª creo que es en la que los simios inteligentes son encerrados como simios normales, pues la gente si no demostraban lo contrario no lo percibían, el caso es que es totalmente irreal que unos señores disfrazadas se hagan pasar por simios en ningún caso con esos trajes tan poco aparentes, pero al cabo de un rato de ver la película vas dejando de notar la diferencia. Cuando ves en las primeras películas de Star Trek o en las de Godzilla o King Kong que aparece algún monstruo o similar, (cuento también a King Kong y a Godzilla) que visto ahora nos parece totalmente inverosímil o las películas de terror de la época que ahora nos dan risa se me ocurre que en su momento la realidad representada por la televisión, por muy pocos efectos especiales que tuviera era vista como real, quiero decir, si en un momento dado a un gracioso se le ocurriera gastar una broma construyendo un enorme robot haciéndolo pasar por King Kong la gente ¿no se lo hubieran creído? ¿podría ser tal el efecto de crear una realidad, aunque paralela, con tanto poder cómo para sustituir a la realidad vivida como para llegar a engañarnos?.

Por eso para mí el papel de los visionarios es fundamental, quien sabe si hubiéramos llegado a la Luna sin Verne, con el que pudimos pensar en llegar a ello y tantos otros, que nos permiten ver día tras día las naves de los conquistadores, porque la herramienta más poderosa que posee el hombre, su raciocinio, le construye unas barreras acordes con su poder, nos hace inventarnos el mundo segundo tras segundo, y no percibir lo que no somos capaces de imaginar, quizás hayamos acabado con los ángeles.
11/03/10

martes, 18 de mayo de 2010

El pintor y el pez (fragmento)

"Otro relámpago atravesó el cielo
como la memoria, como la revelación. Justo
cuando se encontraba en ese punto de desesperación,
asomó un pez en la superficie oscura
del agua de debajo del malecón y luego se hundió
y luego volvió a aparecer súbitamente.
¡El pintor difícilmente podía dar crédito
a sus ojos y sus oídos! Aquello era
una señal –la fe no intervenía
en ello. La boca del pintor
estaba abierta. Para cuando volvió a casa
dejó de fumar y prometió
que nunca volvería a hablar por teléfono.
Se puso su guardapolvos y cogió
sus pinceles. Estaba listo para
volver a empezar, pero no sabía si en un lienzo
podría entrar todo aquello. No
importaba. Continuaría
en otro lienzo si era necesario.
Sería todo o nada. Relámpagos, agua,
pez, pitillos, cartas, maquinaria,
el corazón humano, aquel viejo puerto.
Incluso los labios de la mujer pegados
al auricular, incluso eso.
El pliegue de su labio."


Raymond Carver

lunes, 10 de mayo de 2010

En la ciudad...(Julio MEdem

El temblor de su piernas no era nada comparable con el temblor del suelo. Un movimiento continúo de pies lo apabullaban con sus idas y venidas, sus estoques afilados, sus contundentes suelas, sus ruidos y sobretodo su asombrosa imprevisibilidad. Ninguno parecía seguir una trayectoria definida aparente. Algunos se paraban en seco, otros andaban zigzagueando, otros lo hacían ayudándose de una tercera pata e incluso cuatro. De repente se daban la vuelta y volvían sobre sus pasos o giraban bruscamente chocándose entre ellos. Todo ello acompañado de verbalizaciones y ruidos que salían de sus bocas y que se perdían en la infinidad del cielo, así como del rastro inconfundible que iban dejando a su paso. Tan pronto caían meteoritos de comida, como salpicaban lagunas pegajosas, como descendían grandes troncos en llamas ingrávidos desde arriba. Estos, si no se apagaban al chocar contra el suelo debido al golpe, eran pisoteados a conciencia hasta que las cenizas tiznaban el asfalto y yacían moribundas y evisceradas sobre él . Parecían un hormiguero después del abandono de la reina: caos autómata sin rumbo. A su alrededor los ferrocarriles chirriaban sobre sus vías y los perros ladraban a otros perros mientras olfateaban sus orines. Enfrente un flujo intermitente de máquinas rodantes, unas más largas que otras, se cruzaban milagrosamente entre sí sin chocarse. De los más largos descendían cientos de pies intercambiando más variedades de sonidos, todos igual de estridentes y absurdos, para volver a subirse de nuevo rumbo hacia la perdición.
De pronto, como si alguien colocara un tapón en una botella de vino, la afluencia de máquinas rodantes paraba para dar paso a cientos de pies que hacían temblar sudorosamente el suelo. Al rato, las máquinas se ponían en marcha a la vez y continuaban en su ardiente empeño de mantener alejados a los pies, que ahora se amontonaban a ambos lados de la calzada inquietos esperando a poder cruzarla.
Sólo una sombra permanecía sobre todas las demás en medio de la multitud. Alzada en su peana, la figura interfería entre las máquinas y los pies, sin poder separar los suyos propios de la base, ajeno por años al paso del tiempo y testigo silencioso de la locura que le rodeaba.

Miró hacia el cielo donde se recortaba magnánime y serena la divina figura. Deseó con todas sus fuerzas estar cerca de ella y saberse a su amparo, arrullarse bajo su valentía y abrazar su protección. Tan pronto sintió como las lágrimas de la impotencia ablandaban sus alas, se acordó de que las tenía e inició el vuelo agradecido hacia su salvador.

jueves, 6 de mayo de 2010

Sublimas



Mar asimétrico y erizado, espumado de incertidumbres oscuras. El horizonte es el borde de una gran pecera, del continente perdido entre los pasados.


Del turbulento respirar del agua sale deslizándose una pasarela amarilla, con suelo de madera, sus asideros de juguete, que se engarzan en el fin a la superficie lunar, al valle de un cráter verde, con irisaciones, un cráter de neón, una O que forma la sexta letra.


Mi cuerpo empieza a sumergirse hasta las caderas en el agua, y los seres que burbujean se reflejan en el fondo, como un cuadro sin título.


Subiendo a la pasarela, veo que en el extremo de la infinita piscina el agua se desboca por los rebordes del camino, cayendo en círculos, en espirales bidimensionales.


Acelero el paso hacia la luna como un deseo de años, mis pulmones parecen hacerse más pequeños. Me rodean sonidos y movimientos geométricos, y una profunda pena.


Tropezándome y agarrando las barandillas me intento hacer paso a través de este camino sin oxígeno, sin fuerzas, mis ojos brillan con la soledad de los listones de madera, huérfanos de huellas. ¿Dónde voy?


Las uñas acompasan el crecimiento acelerado del pelo, haciendo compañía a las arrugas de mis pómulos, de mis labios y mi frente, surcos de otra tierra, valles sombríos, sin atmósfera.

Al fallar mi última coordinación caigo en el filo de la pasarela, y en mi caída el sol se está poniendo y ocultando cientos de veces. Sin respiración, sin pulso, pero agarrado a la sexta letra.