CREDO POÉTICO
Piensa el sentimiento, siente el pensamiento;
que tus cantos tengan nidos en la tierra,
y que cuando en vuelo a los cielos suban
tras las nubes no se pierdan.
Peso necesitan, en las alas peso,
la columna de humo se disipa entera,
algo que no es música es poesía,
la pesada sólo queda.
Lo pesado es, no lo dudes, lo sentido.
¿Sentimiento puro? Quien en ello crea,
de la fuente del sentir nunca ha llegado
a la vida y honda vena.
No te cuides en exceso del ropaje,
de escultor, no de sastre es tu tarea,
no te olvides de que nunca más hermosa
que desnuca está la idea.
No el que un alma encarna en carne, ten presente,
no el que forma da a la idea es el poeta
sino que es el que alma encuentra tras la carne,
tras la forma encuentra la idea.
De las fórmulas la broza es lo que hace
que nos vele la verdad, torpe, la ciencia;
la desnuda con tus manos y tus ojos
gozarán de su belleza.
Buscas líneas de desnudo, que aunque trates
de envolvernos en lo vago de la niebla,
aún la niebla tiene líneas y se esculpe;
ten, pues, ojo, no las pierdas.
Que tus cantos sean cantos esculpidos,
anclan en tierra mientras tanto que se elevan,
el lenguaje es ante todo pensamiento,
y es pensada su belleza.
Sujetemos en verdades del espíritu
las entrañas de las formas pasajeras,
que la Idea reine en todo soberana;
esculpamos, pues, la niebla.
Miguel de Unamuno, Poesías (1907)
Escrito en el cuarto en que viví
mi mocedad
Vuelen a mí mis noches,
noches vacías,
rumores de la calle,
rodar de coches,
conversaciones rotas
y desgranadas notas
de un pobre piano,
viejo y lejano.
Hundióse así el tesoro de mis noches,
en esta misma alcoba,
aquí dormí, soñé, fingí esperanzas
y a recordarlas me revuelco en vano...
no logro asir aquel que fuí, soy otro...
Pienso, sí que era yo, mas no lo siento,
es sólo pensamiento.
No es nada. La realidad presente me las roba.
Los días que se fueron, ¿dónde han ido?
De aquel que fuí, ¿qué ha sido?
Muriendo sumergióse aquel que fuera...
Hijos de tantos días que en el fondo
de la oscura cantera
de mi conciencia yacen.
Y allí dentro, ¿qué hacen?
El alma es cementerio
y en ella yacen los que fuimos, solos.
Los días se devoran...
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Cierro los ojos:
a ver, mi fiel memoria, ¿acaso no te acuerdas?
Era un muchacho pálido,
triste, con la tristeza del que sueña
días de gloria...
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¡Oh si hubiera llegado a conocerme!
¡Oh si aquel que yo fui ahora me viera!...
¡Y si le viera yo, si en un abrazo
se hiciese vivo el lazo
que ata el pasado al porvenir orcuro!
Se me ha muerto el que fuí; no, no he vivido.
Allá entre nieblas,
del lejano pasado en las tinieblas,
miro como se mira a los extraños
al que fuí yo a los veinticinco años.
Cada hijo de mis días que pasaron
devoró al de la víspera;
de la muerte del hoy surge el mañana,
¡oh, mis yos, que finaron!
Y mi último yo, el de la muerte,
¿morirá solo?
¡Oh tremendo misterio de la muerte!
Todos esos que he sido,
¿no acudirán en torno de mi lecho
para aliviarme el pecho
de la terrible soledad postrera?
Cuando al fin muera,
¿no vendréis, oh mis almas juveniles,
ángeles de los días de mi infancia
y de aquella mi verde primavera,
con la auroral fragancia
consolaréis el tránsito tremendo?
¡Cuantos he sido!
Y habiendo sido tantos,
¿acabare por fin en ser ninguno?
De este pobre Unamuno,
¿quedará sólo el nombre?
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Se pierden ya las notas
desgranadas y rotas
del pobre piano,
viejo y lejano,
y en el ambiente espiritual perdura
flotante melodía
tocada de amargura.
¡Oh, música del alma,
celeste sinfonía
de lo que fué, lo que es, lo que será, misterio
torturador, eterno!
¡Oh silencio infinito!
¿No se quebranta tu impasible seno
con nuestro grito?
¿Dónde estás, alma mía!...
Miguel de Unamuno, Rimas de Dentro (1923)
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¿Tu verdad? No, la verdad,
y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela.
Antonio Machado
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Tú me mirás llorando -será el tiempo de las flores-, tú me miras llorando, y yo te diré: No llores. Mi corazón, lentamente, se irá durmiendo... Tu mano acariciará la frente sudorosa de tu hermano... Tú me mirarás llorando, yo sólo tendré una pena: tú me miraras llorando, tú hermana, que eres tan buena. Y tú me dirás: ¿qué tienes? y yo miraré hacia el suelo, y tú me dirás ¿que tienes? y yo miraré hacia el cielo. Y yo me sonreiré, y tú estarás asustada, y yo me sonreiré para decirte: No es nada. J.R. Jiménez, Jardines Lejanos.
El de Unamuno de "Rimas de dentro" me ha gustado mucho!!! el resto algunos los entiendo otros nop, pero ese en especial lo he podido absorver :D
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