Para gustos...

  • "Si me necesitas, llamame". Raymond Carver
  • "El ojo". Vladimir Nabokov
  • "Tokio blues". Haruki Murakami
  • "La conjura de los necios". John Kennedy Toole
  • "In the mood for love". Wong Kar Wai (pelicula)
  • "La espuma de los días." Boris Vian

Información y contacto

Reuniones: miércoles o los jueves de 14:30 a 15:30 en la Facultad de Biología de la Universidad Complutense de Madrid. Aula 3204-B.



Para contactar manda un correo a carol_14__@hotmail.com , os contestará Carla, que es un poco arisca. No es por meterme con ella, simplemente es una palabra sonora, por tema de publicidad litetaria...


sábado, 16 de octubre de 2010

Juego poemas

Este juego consiste en aprender como se ha de leer poesía dándose cuenta de la diferencia entre la lectura del poema escrito en su formato original y pasado a verso. Pruébalo (aunque es mejor cuando lo haces con más personas y son ellos los que opinan sobre tu lectura), yo pongo aquí el poema que me llevé a la reunión, escrito en verso y después en prosa:

Ciudades como cuerpos

Nunca de una ciudad afirmes
ya toda la conozco,
cada secreto lugar he descifrado

Toda ciudad son capas superpuestas
de una ciudad distinta, misteriosa,
como noches en fila, haciendo cola,
mezclándose en las hondas oficinas
de la memoria y la piel,
como cuerpos ajenos y palabras

de los que nunca debes afirmar
ya todos los conozco,
cada secreto lugar he descifrado.

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Nunca de una ciudad afirmes, ya toda la conozco, cada secreto lugar he descifrado. Toda ciudad son capas superpuestas de una ciudad distinta, misteriosa, como noches en fila, haciendo cola, mezclándose en las hondas oficinas de la memoria y la piel, como cuerpos ajenos y palabras de los que nunca debes afirmar ya todos los conozco, cada secreto lugar he descifrado.
Y finalmente este que es sólo de Felipe y se merece una publicación sola (jeje):

Aquella noche te dije; te quiero..

Te lo dije bajito, y al oido,

por miedo a que las palabras se esfumasen.


Te lo dije en penumbra

para que fuese un sueño.

¿Quién te dijo que te quería?

Solo fue una voz entre sueños...


Quisiera volver a soñar contigo..

ojalá me soñases tú a mí..

¿Soñaremos lo dos alguna vez el mismo sueño?

¡Que más dará todo esto!

Si este momento solo lo soñé yo.


¿Cuando dejé de estar despierto

para empezar a soñar?

Felipe

Bitácora de poemas (II)

Siguiendo con los poemas de Felipe (lo divido en dos partes para hacer más apetecible la lectura (el mismo truco que dividir en capítulo las novelas :-))):

Yo No soy yo.

Soy este

que va a mi lado son yo verlo;

que, a veces, voy a ver,

y que, a veces, olvido.

El que calla, sereno, cuando hablo,

el que perdona, dulce, cuando odio.

el que pasea por donde no estoy,

el que quedará en pie cuando yo muera.


J.R. Jiménez, Eternidades.

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NADA


A TU ABANDONO opongo la elevada

torre de mi divino pensamiento;

subido a ella, el corazón sangriento

verá la mar, por el empurpurada.


Fabricaré en mi sombra la alborada,

mi lira guardaré del vano viento,

buscaré en mis entrañas mi sustento...

Mas ¡ay!, ¿y si esta paz no fuera nada?


¡Nada, sí, nada, nada!...-O que cayera

mi corazón al agua, y de este modo

fuese el mundo un castillo hueco y frío...-


Que tú eres tú, la humana primavera,

la tierra, el aire, el agua, el fuego, ¡todo!

... ¡y soy yo sólo el pensamiento mío!


J.R. Jiménez, Sonetos Espirituales.

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Me respondió en lo que no dijo,

a lo que, sin decirlo, dije,

afirmando en un no lo no pedido

por mi pregunata falsa.


¡Sentí que lo más puro

se me cuajaba en su alegría,

cual si esa rosa que el rocío yerto

hace en la rosa suave,

la suplanta para siempre!


J.R.J. Eternidades.

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Antemí estás, sí.

Mas me olvido de ti,

pensando en ti.

J.R.J.

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A veces, me acomete

un momentáneo horror.


Grito desesperado

a lo invisible: ¡No!

¡No!


...Si yo hubiera sido

un hombre -¡No! sin corazón...


J.R.J.

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Este donquijotesco
don Miguel de Unamuno, fuerte vasco,
lleva el arnés grotesco
y el irrisorio casco
del buen manchego. Don Miguel camina,
jinete de quimérica montura,
metiendo espuela de oro a su locura,
sin miedo de la lengua que malsina.

A un pueblo de arrieros,
lechuzos y tahúres y logreros
dicta lecciones de Caballería.
Y el alma desalmada de su raza,
que bajo el golpe de su férrea maza
aún durme, puede que despierte un día.

Quiere enseñar el ceño de la duda,
antes de que cabalgue, el caballero;
cual nuevo Hamlet, a mirar desnuda
cerca del corazón la hoja de acero.

Tiene el aliento de una estirpe fuerte
que soñó más allá de sus hogares,
y que el oro buscó tras de los mares.
Él señala la gloria tras la muerte.
Quiere ser fundador, y dice: Creo;
Dios y adelante el ánima española...
Y es tan bueno y mejor que fue Loyola:
sabe a Jesús y escupe al fariseo.


Antonio Machado

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Miedo. De ti. Quererte
es el más alto riesgo.
Múltiples, tú y tu vida.
Te tengo, a la de hoy
ya la conozco, entro
por laberintos, fáciles
gracias a ti, a tu mano.
Y míos, ahora, sí.
Pero tú eres
tu propio más allá,
como la luz y el mundo:
días, noches, estíos,
inviernos sucediéndose.
Fatalmente, te mudas
sin dejar de ser tú,
en tu propia mudanza,
con la fidelidad
constante del cambiar.

Di: ¿podré yo vivir
en esos otros climas,
o futuros, o luces
que estás elaborando,
como su zumo el fruto,
para mañana tuyo?
¿O seré sólo algo
que nació para un día
tuyo (mi día eterno),
para una primavera
(en mí florida siempre),
sin poder vivir ya
cuando lleguen
sucesivas en ti,
inevitablemente,
las fuerzas y los vientos
nuevos, las otras lumbres,
que esperan ya el momento
de ser, en ti, tu vida?

Pedro Salinas, La Voz a ti debida.

Bitacora de poemas (I)

Dejo aquí un misceláneo de poemas que me pasó Felipe a raíz del juego de esta última sesión, para que los disfruteis y si os emociona alguno lo prepareis para la próxima reunión:

CREDO POÉTICO


Piensa el sentimiento, siente el pensamiento;

que tus cantos tengan nidos en la tierra,

y que cuando en vuelo a los cielos suban

tras las nubes no se pierdan.


Peso necesitan, en las alas peso,

la columna de humo se disipa entera,

algo que no es música es poesía,

la pesada sólo queda.


Lo pesado es, no lo dudes, lo sentido.

¿Sentimiento puro? Quien en ello crea,

de la fuente del sentir nunca ha llegado

a la vida y honda vena.


No te cuides en exceso del ropaje,

de escultor, no de sastre es tu tarea,

no te olvides de que nunca más hermosa

que desnuca está la idea.


No el que un alma encarna en carne, ten presente,

no el que forma da a la idea es el poeta

sino que es el que alma encuentra tras la carne,

tras la forma encuentra la idea.


De las fórmulas la broza es lo que hace

que nos vele la verdad, torpe, la ciencia;

la desnuda con tus manos y tus ojos

gozarán de su belleza.


Buscas líneas de desnudo, que aunque trates

de envolvernos en lo vago de la niebla,

aún la niebla tiene líneas y se esculpe;

ten, pues, ojo, no las pierdas.


Que tus cantos sean cantos esculpidos,

anclan en tierra mientras tanto que se elevan,

el lenguaje es ante todo pensamiento,

y es pensada su belleza.


Sujetemos en verdades del espíritu

las entrañas de las formas pasajeras,

que la Idea reine en todo soberana;

esculpamos, pues, la niebla.

Miguel de Unamuno, Poesías (1907)


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Escrito en el cuarto en que viví

mi mocedad


Vuelen a mí mis noches,

noches vacías,

rumores de la calle,

rodar de coches,

conversaciones rotas

y desgranadas notas

de un pobre piano,

viejo y lejano.

Hundióse así el tesoro de mis noches,

en esta misma alcoba,

aquí dormí, soñé, fingí esperanzas

y a recordarlas me revuelco en vano...

no logro asir aquel que fuí, soy otro...

Pienso, sí que era yo, mas no lo siento,

es sólo pensamiento.

No es nada. La realidad presente me las roba.

Los días que se fueron, ¿dónde han ido?

De aquel que fuí, ¿qué ha sido?

Muriendo sumergióse aquel que fuera...

Hijos de tantos días que en el fondo

de la oscura cantera

de mi conciencia yacen.

Y allí dentro, ¿qué hacen?

El alma es cementerio

y en ella yacen los que fuimos, solos.

Los días se devoran...

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Cierro los ojos:

a ver, mi fiel memoria, ¿acaso no te acuerdas?

Era un muchacho pálido,

triste, con la tristeza del que sueña

días de gloria...

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¡Oh si hubiera llegado a conocerme!

¡Oh si aquel que yo fui ahora me viera!...

¡Y si le viera yo, si en un abrazo

se hiciese vivo el lazo

que ata el pasado al porvenir orcuro!

Se me ha muerto el que fuí; no, no he vivido.

Allá entre nieblas,

del lejano pasado en las tinieblas,

miro como se mira a los extraños

al que fuí yo a los veinticinco años.

Cada hijo de mis días que pasaron

devoró al de la víspera;

de la muerte del hoy surge el mañana,

¡oh, mis yos, que finaron!

Y mi último yo, el de la muerte,

¿morirá solo?

¡Oh tremendo misterio de la muerte!

Todos esos que he sido,

¿no acudirán en torno de mi lecho

para aliviarme el pecho

de la terrible soledad postrera?

Cuando al fin muera,

¿no vendréis, oh mis almas juveniles,

ángeles de los días de mi infancia

y de aquella mi verde primavera,

con la auroral fragancia

consolaréis el tránsito tremendo?

¡Cuantos he sido!

Y habiendo sido tantos,

¿acabare por fin en ser ninguno?

De este pobre Unamuno,

¿quedará sólo el nombre?

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Se pierden ya las notas

desgranadas y rotas

del pobre piano,

viejo y lejano,

y en el ambiente espiritual perdura

flotante melodía

tocada de amargura.

¡Oh, música del alma,

celeste sinfonía

de lo que fué, lo que es, lo que será, misterio

torturador, eterno!

¡Oh silencio infinito!

¿No se quebranta tu impasible seno

con nuestro grito?

¿Dónde estás, alma mía!...


Miguel de Unamuno, Rimas de Dentro (1923)

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¿Tu verdad? No, la verdad,

y ven conmigo a buscarla.

La tuya, guárdatela.

Antonio Machado


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Tú me mirás llorando

-será el tiempo de las flores-,

tú me miras llorando,

y yo te diré: No llores.


Mi corazón, lentamente,

se irá durmiendo... Tu mano

acariciará la frente

sudorosa de tu hermano...


Tú me mirarás llorando,

yo sólo tendré una pena:

tú me miraras llorando,

tú hermana, que eres tan buena.


Y tú me dirás: ¿qué tienes?

y yo miraré hacia el suelo,

y tú me dirás ¿que tienes?

y yo miraré hacia el cielo.


Y yo me sonreiré,

y tú estarás asustada,

y yo me sonreiré

para decirte: No es nada.


J.R. Jiménez, Jardines Lejanos.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Bueno, como dijimos de colgar los poemas que habíamos buscado (que no se entere la S.G.A.E)pues eso...

Este lo elegí porque de pequeño me lo sabia de memoria y me gustaba:

Romance del Infante Arnaldos.

¡Quién hubiera tal ventura
sobre las aguas del mar,
como hubo el infante Arnaldos
la mañana de San Juan!

Andando a buscar la caza
para su falcón cebar,
vio venir una galera
que a tierra quiere llegar;
las velas trae de seda,
la ejarcia de oro torzal,
tablas de fino coral.


Marinero que la guía
diciendo viene un cantar
que la mar ponía en calma,
los vientos hace amainar;
los peces que andan al hondo,
arriba los hace andar,
las aves que van volando,
al mástil vienen posar.

Allí habló el infante Arnaldos,
bien oiréis lo que dirá:
-"Por tu vida el marinero
dígasme ora ese cantar."
Respondióle el marinero,
tal respuesta le fue a dar:
-"Yo no digo mi canción
sino a quien conmigo va."


Y éste otro es de Quevedo y mola xD

A una Dama Bizca y Hermosa

Si a una parte miraran solamente
vuestros ojos, ¿cuál parte no abrasaran?
Y si a diversas partes no miraran,
se helaran el ocaso o el Oriente.

El mirar zambo y zurdo es delincuente;
vuestras luces izquierdas lo declaran,
pues con mira engañosa nos disparan
facinorosa luz, dulce y ardiente.

Lo que no miran ven, y son despojos
suyos cuantos los ven, y su conquista
da a l'alma tantos premios como enojos.

¿Qué ley, pues, mover pudo al mal jurista
a que, siendo monarcas los dos ojos,
los llamase vizcondes de la vista?

sábado, 9 de octubre de 2010

Unión II

No sabía que pensar, quizás sí había alguien escuchando sus devotas plegarias, aunque nunca había oído que Arath, “el benevolente”, moviera uno de sus omnipotentes dedos por ayudar a alguno de sus sierv...creyentes. La estatua estaba muy bien, un efecto cojonudo todo sea dicho, aunque en las escrituras se mencionaban algunos otros más espectaculares, por eso al principio se había sentido confundida, un ectoplasma ambarino gritón era una de sus más recurrentes formas de aparecerse, una señal divina, eso sí que impresionaba, y luego había que limpiar el rastro sagrado que tenía consistencia de moco, pero como se dice...a caballo regalado...muchas gracias.

De todas maneras estaba decidida a no acompañar a su familia al Más AlláTM*, todavía no había llegado su hora y estaba harta de esperar en la sala de espera, que por alguna oscura razón no era todo lo luminosa que hubiera esperado, con esa convicción en mente empezó a levitar, esperando que todo lo que le había prometido la estatua parlante (también conocidas cómo est-antes por el Gran (a que nunca habíais visto un doble paréntesis en un sitio que no fuese una puta ecuación matemática?) gran libro de las Cosas Inexplicables) que básicamente era escapar por un agujero practicado en el techo, fuera verdad. Temía encontrarse con los acomodadores del piso superior, que te llevaban de vuelta a la sala de espera y que olían verdaderamente mal, el principal motivo de su hedor era que a partir de la revolución de Asdrubal “el 89” se había sustituido a los celadores humanoides por otros más profesionales traídos directamente de las granjas porcinas más cercanas, en todo eso estaba pensando pero su nariz estaba alerta y no se arrugó ante la presencia de la pestilencia, se tranquilizó y avanzó por el oscuro pasillo...

* Más AlláTM es un parque de atracciones horrisonas y trapisóndicas con una inexplicable lista de reservas para experimentarlo.

Las once mil vergas

Bueno chicos abrimos la nueva temporada de bioliteratura y hay que darle vida al blog (gracias Pablo por mantenerlo activo, te mereces un regalo). He aquí que cuelgo un capítulo de el libro "Las once mil vergas" de Guillaume Apollinaire (poeta italiano de origen pero formado en francia) que a mi, como poco, no me dejó indiferente. Lean ustedes mismos y juzguen:

"La mierda salía untuosa e ininterrumpidamente, hilada con cuidado como un cable de navio. Oscilaba graciosamente entre las bellas nalgas que se separaban cada vez más. Pronto se balanceó más briosamente. El culo se dilató aún más, se agitó un poco y la mierda cayó, caliente y humeante toda ella, en las manos de Mony que se tendían para recibirla. Entonces él grito: “ ¡No te muevas! “, y, agachándose, le lamió cuidadosamente el orificio del culo, amasando el cagajón con sus manos. Luego lo aplastó con voluptuosidad y se embadurnó todo el cuerpo con él. Culculine se desvestía para imitar a Alexine que se había desnudado y mostraba a Mony su voluminoso y transparente culo de rubia: “ ¡Cágame encima! “, gritó Mony a Alexine arrojándose al suelo. Ella se acuclilló encima, pero no del todo. El podía gozar del espectáculo que ofrecía su ano. Los primeros esfuerzos consiguieron hacer salir un poco del semen que Mony había depositado allí; luego salió la mierda, amarilla y blanda, que cayó en varias veces y, como ella reía y se meneaba, la mierda se desparramaba por todo el cuerpo de Mony que pronto tuvo el vientre adornado con muchas de estas fragantes babosas.

Al mismo tiempo Alexine había orinado y el chorro, muy caliente, al caer sobre el miembro de Mony, había despertado sus instintos animales. Poco a poco el pendolón se iba irguiendo, hinchándose hasta que, alcanzado su volumen normal, el glande se atirantó, colorado como una enorme ciruela, ante los ojos de la joven que, acercándose, se agachó cada vez más, haciendo penetrar la verga en erección por entre los bordes peludos del coño ampliamente abierto. Mony gozaba con el espectáculo. El culo de Alexine, al descender, mostraba cada vez más a las claras su apetitosa rotundidad. Sus escalofriantes redondeces imponían y la separación de las nalgas se acusaba cada vez más. Cuando el culo hubo descendido completamente, cuando el miembro fue totalmente engullido, el culo se levantó de nuevo y comenzó un bonito movimiento de vaivén que modificaba su volumen en proporciones notables, y era un espectáculo delicioso. Mony, lleno de mierda, gozaba profundamente: al cabo de poco tiempo sintió como se apretaba la vagina y Alexine dijo con voz estrangulada:

–¡Puerco, ya viene... estoy gozando!

Y dejó escapar su chorro. Pero Culculine, que había asistido a esta operación y parecía acalorada, la extrajo brutalmente del palo y, abalanzándose sobre Mony sin preocuparse de la mierda que la ensució también, se introdujo la cola en el coño exhalando un suspiro de satisfacción. Comenzó a dar terribles culadas mientras decía: “ ¡Han!” a cada arremetida. Pero Alexine, despechada por haber sido desposeída de su bien, abrió un cajón y sacó de él unos zorros hechos con tiras de cuero. Comenzó a azotar el culo de Culculine cuyos saltos se hicieron aún más apasionados. Alexine, excitada por el espectáculo, golpeaba dura y vigorosamente. Los golpes llovían sobre el soberbio trasero. Mony, ladeando ligeramente la cabeza, veía, en un espejo que tenía enfrente, subir y bajar el gran culo de Culculine. Al subir las nalgas se entreabrían y la roseta aparecía por un breve instante para desaparecer al bajar cuando las bellas nalgas mofletudas se estrechaban de nuevo. Debajo, los labios peludos y distendidos del coño devoraban la enorme verga que, al subir, se veía mojada y salía Casi totalmente. En un momento los golpes de Alexine habían enrojecido completamente el pobre culo que ahora se estremecía de voluptuosidad. Pronto un golpe dejó una marca sangrienta. Las dos, la que golpeaba y la azotada, estaban frenéticas como bacantes y parecían gozar con idéntica intensidad. El mismo Mony empezó a compartir su furor y sus uñas surcaron la espalda satinada de Culculine. Alexine, para golpear cómodamente a Culculine, se arrodilló junto al grupo. Su mofletudo culazo, sacudiéndose a cada golpe que daba, quedó a dos dedos de la boca de Mony."