sábado, 9 de octubre de 2010
Unión II
De todas maneras estaba decidida a no acompañar a su familia al Más AlláTM*, todavía no había llegado su hora y estaba harta de esperar en la sala de espera, que por alguna oscura razón no era todo lo luminosa que hubiera esperado, con esa convicción en mente empezó a levitar, esperando que todo lo que le había prometido la estatua parlante (también conocidas cómo est-antes por el Gran (a que nunca habíais visto un doble paréntesis en un sitio que no fuese una puta ecuación matemática?) gran libro de las Cosas Inexplicables) que básicamente era escapar por un agujero practicado en el techo, fuera verdad. Temía encontrarse con los acomodadores del piso superior, que te llevaban de vuelta a la sala de espera y que olían verdaderamente mal, el principal motivo de su hedor era que a partir de la revolución de Asdrubal “el 89” se había sustituido a los celadores humanoides por otros más profesionales traídos directamente de las granjas porcinas más cercanas, en todo eso estaba pensando pero su nariz estaba alerta y no se arrugó ante la presencia de la pestilencia, se tranquilizó y avanzó por el oscuro pasillo...
* Más AlláTM es un parque de atracciones horrisonas y trapisóndicas con una inexplicable lista de reservas para experimentarlo.
jueves, 25 de marzo de 2010
Unión
La cuenta atrás seguía, ya sólo quedaban tres días para recorrer el pasillo que la llevaría a reunirse con su familia.
¿Lamentaba su situación? Realmente no sabría que responder ante tal pregunta. ¿Lamentaba sus acciones? Otra pregunta simple de compleja solución.
Hacía ya dos meses que se encontraba recluida entre aquellas cuatro paredes de piedra ; su única compañía, gritos y sollozos de dudosa procedencia...Y entre todo aquello, las rocas que con sus trazos contaban historias y que con el crecimiento del “musgo de la cueva “ que, aún en la oscuridad completa, era capaz de crecer recordando que la vida seguía. Situada a varios metros del las calles de kalin Taleh, donde el sol no llegaba y el único aire disponible era peleado por los compañeros de celdas cercanas y cedido por aquellos que encontraban la liberación entre aquellas mismas cuatro paredes . Ese era su hogar
Aria tomó airé con fuerza y, en una de las esquinas, empezó a posicionarse sobre sus rodillas cubiertas con aquellos harapos antaño rojos. Ya debían ser la diez, debía comenzar su rezo.
-Arath, dueño de todo lo existente e inexistente. Protege a tu pueblo, a tus siervos devotos. Despedaza a aquellos que osan interferir con tus deseo, enferma sus cosechas y ganados; haz que sus mujeres enloquezcan y devoren a sus hijos y que, aquellos hombres que luchan contra ti encuentren el tormento eterno entre las fauces de tus criaturas...
-Son deseos muy bonito, si se me permite el atrevimiento. Pero no se harán realidad sólo con nombrarlo, por muchas veces que insistáis en la labor.
Aria levantó lentamente la vista del suelo y buscó en la puerta de la “morada” el dueño de la voz que había interrumpido sus plegarias; pero allí no encontró anda. Arrugó en ceño.
-Detrás vuestra.- Añadió la voz con cierto tono burlesco.
¿Tan ensimismada estaba que no había escuchado la puerta? Pero al ponerse en pie y girarse no encontró la figura completa de hombre , o raza conocida. Sólo un torso desnudo tañado en piedra unido a una cara de finos rasgos y cabellos largos se encontraba a mitad de la pared para darle la bienvenida. Parecía una estatua cuidadosamente construida, todos los detalles posibles se encontraban presentes en aquella figura que, sobresalía de la pared hasta cierto punto dándole volumen.
-¿Qué sois?
-La pregunta adecuada sería ¿Quién soy?
-Y...¿Quién es?
-Alguien que desea verte viva fuera. –Dijo la estatua mientras señalaba con un dedo hacía el techo de la sala.