Para gustos...

  • "Si me necesitas, llamame". Raymond Carver
  • "El ojo". Vladimir Nabokov
  • "Tokio blues". Haruki Murakami
  • "La conjura de los necios". John Kennedy Toole
  • "In the mood for love". Wong Kar Wai (pelicula)
  • "La espuma de los días." Boris Vian

Información y contacto

Reuniones: miércoles o los jueves de 14:30 a 15:30 en la Facultad de Biología de la Universidad Complutense de Madrid. Aula 3204-B.



Para contactar manda un correo a carol_14__@hotmail.com , os contestará Carla, que es un poco arisca. No es por meterme con ella, simplemente es una palabra sonora, por tema de publicidad litetaria...


domingo, 1 de agosto de 2010

Futuro, parte II

El sonido de las últimas gotas repiqueteaba en el hormigón, parecía seguro salir a cielo abierto, así que salí, tuve cuidado de no emocionarme y ponerme a chapotear en los charcos, porque bien podría ser mi fin, volví a la marcha, me dirigía a cualquier lugar, tan lejos como podía de la muerte radioactiva, por los caminos polvorientos.
Siguiendo los rastros de los automóviles llegué a una antigua área de servicio abandonada, funcionaba recargando coches con electricidad que conseguía con un gran panel fotovoltaico situado en el techo, las petroleras acabaron comprando todas las patentes basadas en energía solar antes de que se las acabara el chollo, porque se les acabó, así que después del crack del 2024 algunas de ellas consiguieron mantenerse en pie el tiempo suficiente para remodelar toda su infraestructura y reconvertirla a energías renovables, las nuevas “gasolineras” tenían un diseño muy moderno, casi parecían cohetes espaciales, como todas las infraestructuras que se construyeron en esa época, cuando colonizamos Marte y hubo un renacer de la utopía espacial; me dirigí al interior con la esperanza de encontrar algo de comida y en un rincón vi una maquina dispensadora de pequeñas raciones dulces y snacks, la levanté no sin esfuerzo y cuando estaba a punto de estabilizarla la solté y huí hasta una esquina, había algo debajo de la máquina que se movió con rapidez aterradora, cogí la barra de aluminio de unas cortinas que ya no servían para nada y me obligué a encararme con lo que fuera que había allí; hubiera lo que hubiese no podía ser muy grande si cabía debajo de la máquina, me envalentoné y tanteé los alrededores con el “arma” para darme confianza, harto de mi cobardía arremetí contra la máquina dándole un empujón que la desplazó lo suficiente para permitirme ver ...unos viejos huesos que había debajo; yo no era experto en anatomía, pero parecía un esqueleto humano de pequeño tamaño, aunque al principio dude, lo miré una y otra vez buscando algo, aquel desasosiego infundado ¿de donde venía?, supuse que como yo, pensó que aquí encontraría sustento para otro penoso día. Varias de las bolsitas cerradas herméticamente estaban abiertas y su contenido convertido en polvo hacía mucho, de todas maneras cogí todas las bolsitas que permanecían vírgenes y confié en que la liofilización, que era la última moda cuando ocurrió el cataclismo, (la misma moda espacial que se veía en los edificios de las gasolineras), las hubiera mantenido intactas; abrí una allí mismo para comprobarlo, su interior estaba sellado al vacío e hizo “pop” cuando profané la tapa; por estúpido que parezca, alguien en alguna época remota se había molestado en hacer los envoltorios inmunes a todo tipo de corrosión, de degradación e incluso soportaban una alta tasa de radioactividad, hicieron una campaña publicitaria por todo lo alto con un lema corrosivo: “si no puedes comer un **** estas muerto”, que irónico me resultó entonces, así pues vacié la ambrosía en mi boca, tuve que estar un buen rato salivando y masticando, porque cuando todo marchaba bien bastaba con un sencillo aparatito para convertir aquella pasta dura y concentrada en un suculento bocado, pero no me importó, ya más calmado volví a mi examen de los huesos y olvidé por completo la sombra reptante que tan amenazadora me parecía hacía tan solo unos momentos, moví con cautela los restos con el tubo de aluminio para formar un grosero modelo de lo que tenía que haber sido aquel ser, algo no encajaba, los huesos no estaban bien dispuestos, eran de un tamaño...me quede sin palabras, ¿qué estaba viendo?, estuve dándole vueltas a la cabeza cuando lo entendí, todo el cuerpo estaba terriblemente deformado, hasta límites surrealistas, la nube letal llegó antes que yo, aunque por fortuna ya se había ido, al principio no logré hacerme una idea de cómo encajar los restos de la osamenta, pero es que no encajaban, lo que hubiera sido el desdichado ser había fenecido rompiéndose por dentro, rasgándose para ser más exactos, la malformación se había abierto camino hacia fuera desde el interior, arrasando lo que se encontraba por el medio, chascando los huesos mientras el ser se convulsionaba entre alaridos de interminable dolor, hasta que todo su cuerpo quedó reducido a una masa informe y amorfa como el producto de una implosión orgánica de tejidos filamentosos en una orgía auto incestuosa de reproducción metastásica, después de eso necesitaba respirar un poco de aire del exterior, salir de aquella atmósfera muerta, mi estancia allí había terminado.

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