Para gustos...

  • "Si me necesitas, llamame". Raymond Carver
  • "El ojo". Vladimir Nabokov
  • "Tokio blues". Haruki Murakami
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  • "In the mood for love". Wong Kar Wai (pelicula)
  • "La espuma de los días." Boris Vian

Información y contacto

Reuniones: miércoles o los jueves de 14:30 a 15:30 en la Facultad de Biología de la Universidad Complutense de Madrid. Aula 3204-B.



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domingo, 22 de agosto de 2010

Futuro, parte IV

Me desperté dentro del coche, no recordaba haberme metido dentro, pero la cuestión no me inquietó demasiado, tenía hambre y sed, así que eché un vistazo a mis pertenencias a ver si encontraba un tentempié, poseía una curiosa colección de cosas que había ido almacenando con el tiempo, unos clips de colores, piezas diversas del hard de un ordenador con las que construí abalorios y curiosos objetos, mi indumentaria, de la que una buena parte era el resultado del reciclaje y la confección de varios cientos de otras prendas, una heterogeneidad caótica con multitud de bolsillos y que me resguardaba del frío tanto como del calor, una especie de poncho multiusos que iba evolucionando y mutando según mis necesidades, algunos casettes y libros más por nostalgia que por otra cosa y otro conjunto de desechos variopintos más propios de un enfermo del síndrome de Diógenes que de un hombre cabal, por fin exhumé una bolsa de fritos que llevaba allí más de una semana y empecé a degustarlos, cuando hube terminado reanudé la marcha, no me quedaba mucha gasolina así que economicé sin ir a mucha velocidad, de todas maneras hacía tanto tiempo de la última vez que montaba en coche que el ir a noventa ya me parecía milagroso, al caer la noche divisé a lo lejos una estructura de cemento en forma espiral que se levantaba torcida como la torre de Pisa, aunque de tamaño mucho mayor, según me fui acercando, pues el cilindro se veía desde varios kilómetros en al lejanía, empecé a adivinar lo que era, un aparcamiento, supuse que debido a su enormidad para todo tipo de transportes, aeronaves, aerodeslizadores, turismos, motocicletas y un largo etcétera, como ya venía anunciando el coche el combustible no le iba a durar mucho más tiempo, me acerqué para ver si encontraba algo con lo que sustituir el mustang, aunque le había cogido “cariño”, me había hecho recordar una época que nunca volvería y por así decirlo era una especie de eslabón con el pasado, un pasado mejor, sin más complicaciones que el ir a trabajar y cuidar de unos niños berreantes, daba por sentadas tantas cosas que ahora me avergüenzo de mi candidez, los que ya por aquel entonces insistían en que se acercaba el Apocalipsis eran tachados de chalados alarmistas, pero ni siquiera ellos estuvieron preparados cuando llegó, la inmensa mole proyectó su sombra como un mal augurio sobre mí y cuando por fin llegué la noche ya se había adueñado de su mitad del mundo, esperaba que el sistema de seguridad estuviera tan deteriorado por la radiación o por el tiempo que no fuera necesario pelear con él, y lo estaba, un amasijo de cables cobrizos corroídos por los agentes naturales o por algún animal yacía indefenso en donde antes estuvieran los controles de la puerta de acceso, pasé sin problemas y confié ciegamente en el pensamiento de que si llevaba un par de décadas así no se iba a caer porque yo entrara, fuera había empezado a llover y agradecí mentalmente mi maldita suerte, dentro estaba todo bastante oscuro, saqué una linternita con dinamo que llevaba y empecé a explorar, no tenía ninguna idea previa de lo que me iba a encontrar, en el sentido de que no buscaba tal o cual coche ni sabía si quedaría alguno utilizable, las primeras plantas habían sido producto de un saqueo hace tiempo, fui por las escaleras en lugar de por el ascensor hasta unas que me pareció que nadie había inspeccionado con anterioridad, en la planta 17 el kippel me salió al encuentro según abrí la compuerta desde el descansillo de las escaleras, la entropía había hecho su trabajo y yo supe que había encontrado lo que deseaba, me pasé por la cara un trapo pues olía a humo, no supe precisar si producto de la combustión o sólo el terco polvo invadiendo mis fosas nasales, si no se habían llevado también los cables en este piso probablemente habría luz, anduve buscando el interruptor y lo presioné cuando lo encontré, una vaga luz mortecina y amarillenta me saludó y tuve que entornar los ojos incluso con esa leve candela parpadeante, una especie de bruma lo dominaba todo, hasta más o menos medio metro del suelo y tenía un aspecto de sólida que me asustó un poco, nunca dejas de sorprenderte. Los cristales de los transportes estaban empañados, supuse que por la suciedad, gran parte de los vehículos se habían descompuesto formando una especie de conglomerado disperso de metal con el que me iba tropezando, resolví colarme en el interior de una vagoneta que funcionada con nódulos magnéticos rompiendo el cristal con el codo, previamente envuelto en mis ropajes, según retiré el cristal salió un espesa fuente de humo que me cegó instantáneamente, cuando me recobré atisbé unos cuerpos en el interior, cadáveres obviamente, recostados contra los asientos, me alejé de la ventana ligeramente contrariado y me dirigí a inspeccionar el resto de la planta, todos muertos, todos suicidios, familias enteras, niños, niñas, bebes, madres, abuelos. Todos.

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